30 jul 2011

Merce

Llegó a casa corriendo, con la cara empapada, de lluvia, de sudor, de lágrimas, de todo un poco. Se sentó en la silla del rellano, qué más daban los vecinos en esas circunstancias. Enterró las mejillas con los dedos y el bolso le resbaló del hombro y se dio contra el suelo. Se quedó inmovil, como si hubiera hecho algo malo, algo horrible, algo que no podía ni asimilar. Pensó que ella misma se había tirado por la ventana y se había estripado contra el suelo al decir "claro que sí". ¿"Claro que sí"? No, claro que no. Siempre había tenido las cosas muy claras, los deseos servidos y los compromisos al márgen. Ropa que estorbe, promesas que sobren. Sonó el movil, un mensaje. Volcó toda su energía en desear que fuera de publicidad.


"Te quiero cariño,

estoy muy ilusionado con la boda."



-Pues eres el único.
Y en medio de la tormenta, me vi a mi, de
pie, observándola.